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Definición de la carta El Diablo

Esta carta suscita el temor por la noción de mal planteado. Más allá de esto, esta carta simboliza energías, un magnetismo, una voluntad, una inteligencia fuera de lo común. Bien utilizado, este potencial será muy creativo. Este desatará eventos positivos de una manera misteriosa o irracional. Incitará a provocar cambios completamente inesperados. Esta creará sentimientos intensos, alentará a tomar riesgos, calculados, que conducirán hacia el éxito, la cima. Mal utilizado, este potencial se volverá destructor, incontrolable. Engendrará celos, posesividad, abuso de poder, dependencia. También, esta carta evoca los impulsos de la persona afectada y la forma como esta los maneja. Esta expresa los temores subterráneos de seres que suben a la superficie con sus efectos secundarios. Esta revela el aspecto sombrío del ser que inquieta, que engendra dudas y que debe ser esclarecido.

El Diablo lanzado al derecho

Al derecho, esta carta es sinónimo de pasión, de libertad, de determinación, que recaerá de una manera positiva en la existencia. Esta presagia un éxito brillante sea cual sea el dominio. Esta anuncia que los obstáculos que parecen insuperables serán alcanzados. Esta presagia momentos intensos, ricos en emociones, en sentimientos. Anima a tomar riesgos, a seguir sus intuiciones, a permanecer fiel a su camino de vida. Este arcano anuncia que la persona tendrá ventaja en el destino si este es contrario. Las genialidades, las ideas sublimes son privilegiadas y deben ser seguidas con sangre fría y discernimiento.

El Diablo lanzado al revés

Al revés, las cosas se complican. Las cualidades de este arcano en esta posición se invierten completamente. La toma de riesgos es peligrosa y conducen a destrucciones. El desprecio del peligro incita a hacer cualquier cosa. Los instintos primarios se revelan. La ambición, el orgullo toman ventaja. Un clima de tensiones se instala en la existencia de la persona afectada, que en lugar de apaciguarle, lo amplía con un comportamiento tóxico. Esta carta presagia una falta de respeto de los valores morales con el fin de satisfacer sus ambiciones por cualquier medio.

La carta El Diablo en el ánimo

El estado de ánimo es tenso, sentimos que no debemos permanecer atados a los valores a priori esenciales, sino en última instancia, completamente superficiales. Intentamos liberarnos de un caparazón, para expresar otros valores que estaban latentes. La pasión puede volverse constructiva, el amor puede ser eterno, la sexualidad se vuelve procreativa y da vida. Es necesario volver a la fuente, al principio, donde todo comienza, en el origen, para encontrar el amor absoluto, el que nunca decepciona.

La carta El Diablo en el amor

El Diablo suele inducir a una reunión muy física y apasionada, efímera, pero intensa. Esta carta puede indicar que el magnetismo opera un cierto encanto. El Diablo es un agitador: amenaza lo que parece demasiado armonioso. Esta carta puede provocar celos, fundados o no, de la posesividad hacia la pareja. Fomenta el establecimiento de relaciones de dominación. Solteros o en pareja, no cedas a los impulsos negativos que podrían interrumpir la relación.

La carta El Diablo en finanzas

El Diablo puede provocar una apertura a un trabajo bien pagado o a una empresa poderosa en el mercado económico. Gracias a tu autoridad, este misterio puede ayudar a obtener un puesto de responsabilidad. Pero no cedas ante los impulsos demasiado ambiciosos y, sobre todo, evita hacer el mal a tu alrededor porque necesariamente sería como un boomerang. También existen riesgos de manipulación y ocultamiento.

La carta El Diablo en el trabajo

El Diablo evoca transacciones financieras favorables o desfavorables. Es el símbolo del materialismo y todos los placeres relacionados con la materia, con lo que conlleva el riesgo de exceso o dependencia (el juego en particular). Todo depende de cómo se maneje esta pasión pasajera por los bienes de este mundo. Mientras permanezcamos dentro de los límites del buen sentido y la administración como un buen padre, la fortuna puede ocurrir pero nos entregamos a la codicia sin disciplina, lo peor es ser temido, ya sea en inversiones cuestionables o en un gasto excesivo.

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